Saliendo a dar una vuelta por la costa te encuentras por todas partes bidones y garrafas flotantes de las que cuelga un cabo que va al fondo anclado con algún tipo de trampa casera para pulpos y similares.
Este tipo de pesca ( que supongo estará permitida), es para nosotros los navegantes turísticos un verdadero peligro, ya que la mayoría de las veces los bidones no se ven entre las olas, y corres el riesgo de llevarte alguno por delante con el consiguente enredo de cabos con la hélice o con la orza.
Los bidones están incluso a la entrada de los puertos, y por la noche son imposibles de ver.
Yo creo que habría que regular eso un poco. No se entiende cómo el mar puede estar lleno de botellas de plástico sin ningún tipo de señalización.
Esquivando una tanda de esos bidones salimos rumbo sur a dar una vuelta. Izamos la mayor y el génova buscando algo de viento, hasta que por fin sobre las 12.30 empieza a soplar una brisa que aprovechamos para andar un poco hacia el oeste.
Al rato llegó el típico momento de calma que precede algún cambio y efectivamente el viento roló a un poniente con algo más de fuerza soplando con unos constantes 10 nudos.
Recién dada la patente, el barco cogía velocidad enseguida. Navegando entre 5-6 nudos y echando un cálculo rápido vi que podríamos llegar a Fuengirola a fondear y comer.
Apurando la ceñida nos metimos en la ruta de las garrafas esquivando una tras otra para tratar de llegar antes de la hora de la comida al fondeo. Lo mejor es bordear la zona balizada por fuera, porque es un poco estresante el estar constantemente pendiente de los bidones, pero como había un poco de hambre seguimos para pasar cerca de la costa.
Ahí me di cuenta de que están poniendo una nueva tanda de mejilloneras que no vienen señalizadas en las cartas nauticas, así que definitivamente la próxima vez hay que pasar por fuera de todo esto porque al final a pesar de toda la atención me acabé dando con un bidón negro que no vi, y que menos mal que pasó de largo sin engancharse.
La navegación fue agradable con el viento constante y sin ola. Llegamos a nuestro lugar de fondeo habitual enfrente de la playa de los Boliches donde echamos el ancla y una pequeña siesta, mientras otro pescador soltaba una red kilométrica prácticamente delante de nuestras proa.
Estuve a punto de preguntarle si molestábamos, porque bueno, al fin y al cabo la gente intenta ganarse la vida como puede, pero no hizo falta.
Lo que sí pensé es que para nosotros es un peligro navegar y fondear por la zona con tanta red, pulpos y demás historias.
La temporada de pesca para en los meses de verano por la veda, así que el resto del año hay que estar al tanto.
Levantamos el fondeo a las 15.45 para salir de vuelta a casa, aprovechando el poniente que seguía soplando fuerte sobre los 10 nudos.
Dudé entre poner un rizo a la mayor o no por si subía el viento más para volver de popa, pero como la previsión era de que bajaría al final aguantamos y a unos 5-6 nudos llegamos en poco más de una hora a Benalmádena.
Allí ya se empezaba a formar un poco de mar y aprovechamos para practicar la maniobra de frenado y de recogida de velas con vientos portantes con la almiranta al timón que ya va aprendiendo a aproar el barco con el mar un poco más exigente.