Todo el mundo habla de la playa de La Herradura, provincia de Granada, Maro y sus acantilados como un sitio que merece la pena visitar, así que planificamos unos días de buen tiempo para ir allí y pasar unas noches fondeados en uno de los pocos resguardos que hay en toda la zona de la Costa del Sol.
Salimos pronto mientras amanecía, a motor 4 nudos y con una previsión de poco de viento. Pero a medio día llegaron unas rachas como casi siempre nos pasa en la zona de las 5 millas del través de Málaga y pudimos sacar un poco el génova. Luego el viento se paró y volvimos a ir a motor
Como íbamos sin prisa y no había nada de mar de fondo pensamos buscar un sitio para pasar la noche fondeados en alguna playa. Echamos el ancla antes del faro de Torrox y por primera vez pude ver el ancla, el fondo y la arena. Me quedé sorprendido de lo limpia que estaba el agua acostumbrado a la porquería y la turbidez de a las aguas de Benalmádena
Pasamos una buena noche con el mar en calma total y al día siguiente después de desayunar salimos hacia La Herradura. Unas 10 millas que hicimos bordeando la costa y viendo el paisaje de los acantilados hasta llegar a uno más tocho que sobresalía, el Cerro Gordo y que hace como de puerta de entrada a la bahía.
La bahía de La Herradura está resguardada sí, pero como es grande tampoco tanto y solo en los extremos se puede encontrar esa protección contra los vientos que vengan del otro lado. Por desgracia y como siempre en todos los sitios interesantes que tienen algo de valor surgen los caciquismos locales y sus problemillas.En la zona de levante hay pinchos y bloques de hormigón con el único fin de que los barcos foráneos no vayamos a quitarles las zonas de fondeo a los locales. Vienen incluso señalizadas en el Navionics, y por no entrar en disputas absurdas nosotros nos mantuvimos alejados de allí.
En la zona de poniente había muchas piedras y por el desconocimiento de la zona al final decidimos fondear en el mismo centro de la playa sobre la arena y evitar todos los problemas.
Pasamos una noche regular tirando a mala, porque el mar de fondo nos llegaba de todos los lados y aunque no era mucho, sí que era lo suficiente para tener el fondeo movidito.
A la mañana siguiente fuimos a investigar y descubrimos una cala pequeña en la zona de poniente que nos permitió mejorar el resguardo. Había que tener cuidado con las piedras, pero como se ve tan bien el fondo se puede mirar dónde echar el ancla pero sin alejarse tampoco demasiado porque la profundidad enseguida aumenta a más de 10 metros.
Durante el día toda la zona está bastante concurrida. Los típicos chulo-motos cojoneros y lanchitas que pasan como si fuesen los dueños del sitio, excursionistas, kayaks, buceadores, etc... pero por la noche cuando todos estos desaparecen, nos quedamos solo los dos o tres fondeados y la bahía se sumerge en una tranquilidad estupenda sin ruidos de tierra discotecas, ni baretos de playa ni nada. Solo los grillos, el mar, y el misterioso aberroncho que habita el lugar desde algún refugio en la colina.Me encanto esa noche, su tranquilidad mezclada con el olor a pinos y el clima superagradable no tan húmedo como estábamos acostumbrados.
Por la zona hay muchas cosas que visitar y se podría estar unos cuantos días más. El pueblo de Almuñecar saliendo de la playa hacia el Oeste sirve para ir a contactar con la civilización, comprar suministros y hacer turismo de bares, paseo marítimo, sol y playa.
El puerto de Marina del Este está a mano por si acaso es necesario, aunque en verano está bastante concurrido y es caro ofrece siempre un refugio seguro.
Y hacia el Oeste la zona de los acantilados de Maro. Un enorme peñón con cuevas, sitios para explorar con la tabla de paddle o kayak, una playa naturista y zonas de reserva marina para bucear y ver el bonito fondo. Todo muy natural, casi sin urbanizar y muy agradable sobre todo cuando se van los pelmazos diurnos.
El regreso y la aventura
Salimos de allí con pesar porque nos quedaron muchas cosas por ver y la zona nos gustó mucho. Volvimos a plantear la ruta con un fondeo por el medio en la Caleta de Vélez y hasta allí fuimos a motor 10 millas a pasar la noche frente a la playa.
Por la noche de repente anunciaron un viento de poniente 10-15 nudos y pensamos aguantar en el fondeo. Largué los 15 metros de cadena y los 15 de cabo que tenemos, que sí, son un poco justos, pero aguantan bien hasta esos vientos porque tenemos un ancla grande.
Tomamos la decisión de salir de ahí sobre todo por tener la playa a sotavento y levamos ancla.
Avanzamos con el génova solo ciñendo a la francesa ganado terreno al viento a casi 4 nudos de velocidad y fue suficiente para salir de la bahía y pasar las piscifactorías. Haciendo bordos por la noche llegamos amaneciendo al través de Málaga.
Este sitio otra vez nos achuchó con el viento y las rachas subieron a más de 15 nudos, borreguitos abundantes, el mar se formaba, las nubes negras y con la adrenalina que llevaba no podía dejar de pensar que teníamos que salir de ahí avanzando sí o sí adaptándonos a lo que nos llegase y ciñendo a lo que pudiéramos.
Nos pusimos los chalecos, llegamos a poner dos o más rizos al génova según subían las rachas para tener menos escora y más control del barco. Nos adentrábamos en el mar para tratar de hacer los bordos y aguantar, aguantar y avanzar. Con el motor no hubiésemos ido más rápido.
Había un carguero fondeado en el medio del mar en su zona de 50 metros y pensé que para ellos esto sería una brisa, mientras que nosotros íbamos en total estrés atando todas las cosas en cubierta para que no se fuesen volando. Me dió un poco de confianza ver a alguien y no sentirnos tan solos ahí en medio del mar frente al temporal de poniente.
Es increíble cómo pueden cambiar las condiciones tan rápido. La previsión de dos días no daba este temporal y se formó una tormentita de verano que pusieron en el parte a menos de 24 horas.Entonces llegó otro susto. Al abrir el motor para ver cómo iba vi que teníamos agua salada en la sentina del motor. !!
El viaje de ida lo hicimos casi todo a motor, más el fondeo y demás y la bocina había empezado a gotear sin que nos diésemos cuenta hasta que con el meneo de esa travesía, el agua se acumuló en el centro. Eran sólo un par de litros, pero acostumbrado a tener la sentina siempre seca con la manía de eliminar toda gota de agua me puse a investigarlo hasta que descubrí de dónde venía. Aunque no era nada grave nos generó un poco de estrés añadido y en la próxima varada cambiaríamos la bocina.
Por suerte estábamos ya llegando a nuestra zona conocida. Empezamos a ver a los vecinos que habían salido temprano a por su ración de jureles en la mejillonera, y el viento además bajó de intensidad. Por fin doblamos la boya verde de poniente y entramos a casa, a nuestro puerto de Benalmádena.
El trayecto Benalmádena -> La Herradura son unas 40 millas .